Errores

¿Qué querías que hiciese? ya sabes que en mis circunstancias no valía la pena preocuparse de las vacunas... ¿Cómo que qué circunstancias? ... lo sabes perfectamente ... cariño..... cariño.... no hables así de Amancio, sabes perfectamente.... no.... espera.... no .... no llores....quedamos que no íbamos a volver a discutir todo esto.... cariño, tranquilízate... sabes que te quiero mucho.... este ha sido solo un contratiempo, pero saldré de aquí en las próximas semanas... deja de preocuparte.... te llamaré cada día.... cariño, ahora tengo que colgar, dale un beso a los niños de mi parte, diles que papi les quiere mucho....y a tí también. Te quiero... ¿por qué dices eso? .... ya sabes que te quiero..... tengo que colgar.... un beso.

Ramón alargó el teléfono a la enfermera junto a un billete de 20 dólares. El Hospital Civil de Ipiales, en la frontera con Ecuador, no tenía teléfono en la habitación pero sin duda parecía mejor que el de Mocoa de Putumayo.

Sí cariño, estoy bien... me tendré que quedar hasta que desaparezca la fiebre y el dolor de cabeza.... sí... todavía tengo vómitos ... pero me encuentro bastante mejor... sí... sí.... me han dicho que en pocos días ya estaré recuperado... sí..... pero no hay de qué preocuparse... aquí me tienen bien controlado.... además ya sabes que todavía me quedan 16 meses... no... no empecemos..... cariño.....deja a Amancio en paz..... cariño..... tengo que colgar... cariño... dile a los niños que papi les quiere mucho... sí a tí también, un beso.

Ramón seguía sin entender la falta de apoyo de su mujer... aquel viaje había sido su sueño desde que era un adolescente. Empezó a sonreír mientras recordaba su aterrizaje en Nueva York hacía ya 8 meses, su visita al Pentágono en Washington DC luego Miami, Nueva Orleans, San Antonio... su salto a México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, ...

Ya me encuentro mucho mejor, mañana podré irme del hospital.... sí .... si.... fiebre amarilla... algún mosquito.... no.... si, sí que es grave, pero no a todo el mundo se le desarrolla igual.... sí, ya me conoces....sabes que no haría ninguna locura.... cariño.... cariño... cariño.... no me dejarían salir de aquí si lo peor no hubiera pasado..... no, no puedo volver todavía, debo continuar... sí..... sabes que volveré cuando llegue a Buenos Aires... cariño... no llores... por favor... cariño.... sabes que en mi situación..... sí.... mi situación, sí.... ya lo sabes... no.... no..... claro que es verdad..... ¿por qué no puedes entenderme?.... sí, yo sí te entiendo... pero debes comprender..... no... no... así no podemos hablar..... cariño, relájate.... cariño.... mejor te llamo mañana, dale un beso a los niños de mi parte.

Ramón suspiró profundamente. Cuando se enteró que le quedaban dos años de vida decidió dedicar el primero a cumplir su sueño de adolescente: recorrer el continente americano de Norte a Sur. Estaba a punto de conseguirlo y ahora no era momento de echarse atrás. Dedicaría a su familia su segundo año, de hecho su último año, el más valioso. Le parecía un trato justo aunque comprendía que su mujer no pensara igual.

He decidido dar por acabado el viaje.... sí.... sí.... lo digo en serio..... cariño... deja de llorar... sí ya se que es de alegría... sí....pronto..... ayer llegué por fin a Lima y desde aquí volaré directo a Buenos Aires.... sí... pronto... cuando me den permiso... sí, permiso... fui a un Hospital para que me visitaran.... ¿como que otra vez?... hace ya dos meses que no piso un hospital.... sí .... lo mismo de la última vez.... fiebres y dolores de cabeza.... me atienden muy bien... sí... Hospital Nacional Dos de Mayo... sí .... estoy en una habitación individual y tengo teléfono; me puedes llamar cuando quieras... sí.... supongo que una semana... sí... claro que es verdad.... sí.. cuando me den el alta.... tomaré un vuelo de Lima a Buenos Aires, estaré dos días allí y luego volveré a casa para estar con los niños y contigo. Disfrutaremos de mi último año juntos..... cariño... no empieces..... ¿por qué no lo puedes entender?.... sí, siempre ha tenido razón... cariño... lo hemos hablado mil veces, discutirlo de nuevo no nos lleva a nada... cariño.... mejor hablamos en otro momento... cariño... acaba de entrar el doctor... sí que es verdad..... hable usted doctor, que no me cree.... cariño, ¿lo oyes? te tengo que colgar.... llámame luego y te cuento... dile a los niños que papi les quiere mucho y que pronto nos veremos.... un beso cariño.

Ramón cerró los ojos. Le hubiera gustado pensar que su mujer tenía razón y que Amancio no era más que un falso curandero... pero lo cierto es que Amancio siempre acertó en todo lo que dijo a su madre. Tanto Ramón como sus hermanas acudían periódicamente a su consulta para que les guiara y revelara alguno de las sorpresas que les deparaba el destino... NUNCA se equivocó. Tras el shock inicial de la noticia de su muerte comprendió que era una bendición poder administrar el resto de su vida: podría cumplir su sueño ¡y todavía le quedaría un último año para dedicarlo a su mujer y a sus hijos!

¿Es usted la señora de Ramón Bermejo? ¿Sí? Mire usted, le llamo del Hospital Nacional Dos de Mayo de Lima... lamento comunicarle...¿señora?... ¿señora?....

Friends

- Can you undersand that I cannot understand you?
- Sure.
- Therefore I cannot say "so do I" ?
- Forget it.

Sobraban las palabras

Daniel se sentía mal. Su sudor era extrañamente frío…su mirada atravesaba sus párpados cerrados y contemplaba desde fuera cómo su cuerpo se sumergía en un abismo que bien le podría conducir hasta el mismísimo infierno. Todos gritaban a su alrededor, excepto Ana, que seguía sentada a su lado acurrucándose en su hombro derecho. 

Daniel temblaba y su mirada seguía interpretando el mundo a través de sus párpados, adivinando que su cuerpo no aguantaría más tiempo en aquella pesadilla; por eso cuando Ana se despegó en ese mismo instante tanto él como su mirada agradecieron a la providencia que ella hubiera decidido salvarse.

El tiempo se detuvo. La mirada de Daniel pudo deshacerse de los párpados y ver de nuevo aquel mundo desde sus propios ojos, pudo ver aquella gente que ahora respiraba aliviada y pudo ver también la sonrisa de Ana, inmutable, porque en su relación con Dani sobraban las palabras.

La ratonera

Vini
Todavía me sorprendo cuando siento el calor increíble que puede hacer en Barcelona a primeros de septiembre ¡es inhumano! Incluso a las nueve de la tarde (no digo de la noche porque todavía es de día) mi calva se convierte en un tobogán improvisado para las gotitas que brotan por doquier.

Por fin dejo de andar y llego a mi destino, un bar muy conocido de la calle Sitges de Barcelona. Supongo que he sido el primero en llegar, así que con la confianza que da el superar sobradamente la edad mínima para el consumo de alcohol paso por delante del guarda de seguridad y avanzo -no sin dificultad- entre parejitas que andan besándose en medio del pasillo. En la zona de futbolines el pasillo se ensancha y se puede admirar un paisaje más habitual: grupos más o menos grandes de personas alrededor de distintas mesas observando cómo acaban con el líquido rojizo o amarillento de sus jarras. De sus bocas surgen sonidos extraños, esporádicamente acompañados por unas sonoras carcajadas. ¡Otra vez la Oveja llena de guiris borrachos!

Vidi

Sonrío mientras busco con la mirada algún rostro conocido…. pero sin duda he llegado el primero. Con cierta resignación (y con ciertos problemas) me dirijo hacia la barra y de pronto algo capta mi atención en la zona de billares: una chica con un taco (el palo de billar), y con un escote generoso encima del mismo. Sobre el escote unos ojos marrones que miran fijamente una bola casi tan blanca como mis pantalones.
- Ostia puta!
- Pardon – Esta disculpa no parecía muy convincente, ni ella ni los dos (una chica y un chico) que andaban jugando con ella podían aguantar la risa…. bueno, ni la veintena de personas que habían visto la jugada en directo.
- Dios – fue lo más honroso que se me ocurrió decir, mientras levantaba el pie derecho instintivamente.
- ¿Estudiant?
- Ehhh??? - O sea, me tira la puta bolita blanca encima de mi pie, no se aguanta la risa y lo primero que hace es preguntarme si soy estudiante… ¡yo flipo!.... supongo que mi triste respuesta le hizo repetir la pregunta …
- ¿Es tu bien? - (¡¡¡ Coño!!! ¡Si me está hablando francés! Ahora es cuando me voy a lucir… ¡voy a seguirle la conversación! ¡Que prontito voy a amortizar mi super curso intensivo de francés! ).
- Oui, Oui….. eh… un peu – ¡¡Que capullo que soy, vaya mierda de respuesta!!
- Are you sure you are Ok?
- Actually I think you owe me a beer.

Sin tiempo para reaccionar la chica se acerca, coloca su mano derecha en mi hombro izquierdo y acerca sus labios carnosos a mi cara hasta contactar sobradamente con mi mejilla izquierda, lamentablemente muy lejos de la comisura de los labios.

Ese gesto sencillo y desinteresado tuvo efectos sorprendentes: por un lado consiguió que la sonrisa volviera a mi rostro al tiempo que el murmullo de burla que se respiraba unos instantes antes se transformara en un murmullo de admiración hacia mi pie dolorido y hacia la bola blanca que no andaba lejos (y que la chica se apresuró a coger ofreciendo a los presentes ángulos de su escote hasta entonces desconocidos).

Lo cierto es que día a día me sorprendo de mis propias reacciones. Yo creo que estoy enfermo. ¿Cómo puede ser que en esos momentos ande riendo sumido en mis propios pensamientos? ¿Y por qué mis pensamientos se resumen en…?

- ¡Menos mal que no es más alta que yo, sino la tía esta chunga habría sido capaz de darme un beso en toda la calva!
- Joder, algún día tengo que intentar girar la cara en el último momento para que el beso sea -al menos- en la comisura....
- Venga, que ya me toca pedir…. ¡Una jarra grande de sangría, por favor!

Esperando mi jarra de sangría (y el codiciado platito de palomitas) oigo un improvisado y sentido piropo hacia la chica del billar:
“¡guapa! kamí también me puéh tirá láh bolah!”.
El chico ha conseguido –efectivamente- que la chica del billar se lo quede mirando, indudablemente no ha entendido nada, pero parece que más o menos intuye lo que le acaban de decir….

- Il veut que vous le jetiez la boule – (Toma ya!!! Se lo he dicho solo tras diez segundos de prepararme la frase!!!... Ostras, le he llamado de usted, pero en realidad me ha quedado super bien!... bueno, para ser sincero todavía no se si me ha entendido).

- Parlez-vous français (!?) – Parecía una pregunta, pero prefiero pensar que en realidad ha formulado una exclamación J
- Oui, Oui, un peu - Respuesta polivalente donde las haya…..
- Asdflakdsjfñalkdsfjañlsdfjalñsdfajfdlañdsfj??
- Que tu as dit?
- ASDLFKAJSDFLAKDSFJASDLFAJDSF – Esta vez la pregunta viene acompañada de un ataque despiadado sobre el platito de palomitas que apenas se sostiene en mi mano izquierda… entendiendo al instante el significado de la pregunta.

¿Acaso la belleza natural de la chica le da derecho a aprovecharse de los hombres a su antojo? ¿Cómo puede pensar que por haberme dado un beso en la mejilla puede disponer libremente de mis palomitas y de mi bebida? ¡Estoy indignado!

Justo a los quince minutos, cuando ya casi nos habíamos la sangría recibo un mensaje de mi amigo avisando que en esos momentos está saliendo de casa y que por tanto va a llegar algo tarde. Todavía me asombro de mi lucidez de aquel momento: tras mostrarle el mensaje a Candice le llamé para decirle que no es necesario que venga… Candice parecía divertida tratando de decirle lo mismo en francés y en inglés. Tras cinco minutos de conversación al otro lado del teléfono seguían preguntando si era broma…
Vinci

Si, corro el riesgo de que el final os parezca demasiado flojo, pero como dice Sabina…. ¿para que más detalles?

Encrucijada

Es de noche y no se aprecia movimiento en el exterior. La rotonda permanece iluminada escasamente por los faros del coche, sin restar protagonismo a los dos caminos que nacen a derecha e izquierda. Ambos caminos andan flanqueados por dos hileras de farolas aunque debido a mi reciente operación de miopía apenas puedo ver nada más que unos circulos de luz difuminados sobre el asfalto.

Seguramente el cartel que precede la rontoda me dirá si ando por buen camino. Reduzco la velocidad e incluso me detengo activando las luces de emergencia. Miro atentamente pero ninguno de los nombres del cartel me resulta familiar. Paro el motor.
[...]

Han pasado dos días desde que llegué a la rotonda. Quería estar tranquilo para pensar en mi situación, pensar en dónde ir, qué hacer, aunque la mayoría del tiempo he estado escuchando la radio y dejandome llevar por las canciones que iban sonando... Supongo que algo he pensado porque no he salido del coche en estos dos días; tengo todavía bastante comida: embutido, agua, cerveza y fruta... así que todavia puedo aguantar más si fuera necesario.

He esperado otro día más (ya van tres) y vuelve a ser de noche. He dormido mucho estos días... entre diez y doce horas aunque por supuesto no del tirón (es difícil conciliar el sueño teniendo al sol en todo lo alto). Me pregunto qué pasaría si no funcionara la radio. Me pregunto también cómo es posible que durante tres dias no haya sentido la necesidad de llamar a nadie. Tampoco entiendo por qué no explico mi situación a los que me llaman...

Está a punto de amanecer, mi coche sigue en el arcen, con las luces de emergencia y el motor apagado. Llevo un rato medio dormido aunque no totalmente. Hace unas horas me cansé de la radio y la apagué, pero ahora vuelvo a encenderla en busca de distracción. Tengo hambre y decido beber una cerveza.

No estoy seguro pero creo que en una hora voy a seguir mi camino. Sigo sin saber dónde ir, pero cualquier camino será mejor que quedarme aquí, ante la rotonda. Antes de mi salida creo que debería limpiar el coche: no solo pasar la aspiradora sino también meter en una bolsa todos los desperdicios de comida que hay por ahí: cascaras de platano, restos de yogurt, etc... La verdad es que todo esta hecho un asco.

La limpieza ha durado más tiempo de lo previsto y me ha dejado exhausto. He pensado que antes de proseguir mi viaje debería dormir un poco más, para así salir con fuerzas mañana a primera hora.

[...]

Han pasado ya tres meses de aquello. Todavía no comprendo como pude aguantar seis dias en la rotonda sin encender el motor. En realidad me asusta un poco todo esto y no se muy bien como evitar que vuelva a pasar. He decidido no tener comida en el coche. También procuro no andar solo al volante. Quizás lo mejor sea no pensar en ello...

Compañeros de Viaje

Es recomendable leer primero El cuerpo de Mariela
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Tenía 24 años, lucía un bonito pelo rubio aunque nada intenso; su corta estatura no le impedía liderar cualquier reunión de amigos por muy multitudinaria que fuera. Era genial. Todavía no se muy bien cómo pudo fijarse en mi, un tipo tímido e introvertido que a duras penas podía mirarla a los ojos más de 2 segundos; yo lo intentaba... pero inevitablemente mis párpados decidían cerrarse al tiempo que la cabeza cambiaba de dirección para evitar su mirada firme y peligrosa.

Fue ella la que me eligió. Ella la que me enseño. Me desveló sus secretos y desnudó totalmente su alma.... a mi, a ese chico necio e insignificante que atraía las burlas de todos sus compañeros. Me llenó de vida y pronto mi mirada fue tan firme y peligrosa como la suya. Me sentía el dueño del mundo y ella estaba orgullosa.

Seguía desnudándose día tras día hasta que ya no hubo secretos. Jamás hablamos directamente del tema pero yo sabía perfectamente lo que iba a pasar. Ella andaba feliz, satisfecha, y era por eso que no quería perderlo todo, no quería arriesgarse unos años más. Difícilmente la vida podía seguir siendo tan generosa con ella cuando a su alrededor todos caían en desgracia.

Pasamos su último día en la cama. Entendí lo que quería hacer e intenté disuadirla rompiendo la regla del silencio. Sonrió, tomó su pastilla pero también la mía... y me besó... y continuó besándome toda la noche... y volví a ser el chico tímido e introvertido que a duras penas podía mirarla a los ojos.... necio, insignificante.... cobarde.

Sigo en la cama. Llorando. He perdido todas las fuerzas y no consigo reunirme con ella... no quiero verla.... estiro el brazo hacia el otro lado y compruebo que el cuerpo de Mariela inerte hace 30 días sigue allí.

El cuerpo de Mariela

Esta historia pertenece Demensia y se encuentra publicada en MSNSpaces.
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Se levanta y la vida le cuesta, apenas abre los ojos la realidad le cae encima ahogándolo; así, acongojado se arrastra por su apartamento hasta llegar al baño donde se lava la cara en un acto de fortaleza, mientras mira su rostro desencajado a través del espejo; no le gusta lo que ve, no le gusta saberse vivo, cada día es un nuevo fracaso consigo mismo.

No tiene motivos para nada por eso no se viste, deambula con su desnudes, no se peina ni toma un baño , hace semanas que no habla con nadie. Abre el refrigerador y se encuentra con que no queda nada mas que un frasco de mostaza , sabe que debe ir al supermercado pero se niega, el contacto con el exterior le haría mas daño, ver a toda esa gente sonriendo, hablando, peleando, agrediéndose unos a otros, sufriendo… llenar la canasta de comida para que el hambre no le perturbe a uno y volver a casa con retazos de las historias de otros pegados en el muro de la conciencia …y sentarse a masticar con los rostros recién vistos pululando sus ansias en el inconsciente esperando agazapados a ser jalados en medio de una pesadilla nocturna, le da miedo; en consecuencia saca el frasco de mostaza , lo abre, mete un dedo y luego otro y se la va comiendo hasta que no soporta el sabor; entonces para.

Regresa a su cama alza un libro y trata de leer, se da cuenta que no puede por que las ideas en su cabeza no se conectan como si solo hubiera espacio para su dolor, mas bien se acurruca y duerme.

Sueña que camina por lugares oscuros, de pronto alguien lo sigue, él trata de escapar, se mete por callejones entreverados, corre y tropieza una multitud de veces hasta que las casas empiezan a quedar atrás, ahora solo están frente a el los matorrales y el oscuro personaje que cada vez esta mas cerca; el pánico se apodera de él, de pronto cae en un vacío y despierta con un grito, vuelve a sentirse miserable, mira hacia el techo y se queda viéndolo casi sin pestañear , las manchas de humedad parecen sonreírle con sorna... se tapa la cabeza con la almohada y grita, grita todo su dolor y muerde el algodón con rabia hasta que poco a poco se asfixia, entonces suelta todo y llora. Quince minutos después estira el brazo hacia el otro lado de la cama y comprueba que el cuerpo de Mariela inerte hace 30 días sigue, allí.