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Se levanta y la vida le cuesta, apenas abre los ojos la realidad le cae encima ahogándolo; así, acongojado se arrastra por su apartamento hasta llegar al baño donde se lava la cara en un acto de fortaleza, mientras mira su rostro desencajado a través del espejo; no le gusta lo que ve, no le gusta saberse vivo, cada día es un nuevo fracaso consigo mismo.
No tiene motivos para nada por eso no se viste, deambula con su desnudes, no se peina ni toma un baño , hace semanas que no habla con nadie. Abre el refrigerador y se encuentra con que no queda nada mas que un frasco de mostaza , sabe que debe ir al supermercado pero se niega, el contacto con el exterior le haría mas daño, ver a toda esa gente sonriendo, hablando, peleando, agrediéndose unos a otros, sufriendo… llenar la canasta de comida para que el hambre no le perturbe a uno y volver a casa con retazos de las historias de otros pegados en el muro de la conciencia …y sentarse a masticar con los rostros recién vistos pululando sus ansias en el inconsciente esperando agazapados a ser jalados en medio de una pesadilla nocturna, le da miedo; en consecuencia saca el frasco de mostaza , lo abre, mete un dedo y luego otro y se la va comiendo hasta que no soporta el sabor; entonces para.
Regresa a su cama alza un libro y trata de leer, se da cuenta que no puede por que las ideas en su cabeza no se conectan como si solo hubiera espacio para su dolor, mas bien se acurruca y duerme.
Sueña que camina por lugares oscuros, de pronto alguien lo sigue, él trata de escapar, se mete por callejones entreverados, corre y tropieza una multitud de veces hasta que las casas empiezan a quedar atrás, ahora solo están frente a el los matorrales y el oscuro personaje que cada vez esta mas cerca; el pánico se apodera de él, de pronto cae en un vacío y despierta con un grito, vuelve a sentirse miserable, mira hacia el techo y se queda viéndolo casi sin pestañear , las manchas de humedad parecen sonreírle con sorna... se tapa la cabeza con la almohada y grita, grita todo su dolor y muerde el algodón con rabia hasta que poco a poco se asfixia, entonces suelta todo y llora. Quince minutos después estira el brazo hacia el otro lado de la cama y comprueba que el cuerpo de Mariela inerte hace 30 días sigue, allí.
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